Recuerdo mucho más a quienes, a la usanza del periodismo europeo, aceptaban que la objetividad no existe: los periodistas somos también seres humanos con una visión social y política de la realidad propia. Nuestros temas, nuestras preguntas y los productos comunicativos que generamos están permeados por nuestras experiencias, nuestros valores, nuestras creencias. Podemos ser por tanto equilibrados, neutrales, documentados, pero no objetivos. En el periodismo se adjetiva con datos, con declaraciones, recuerdo que oí en un congreso de estudiantes.
Aún así, hay una profunda diferencia entre opinar y reportear. Hoy, con internet, uno puede opinar lo que quiera y hacerlo público en un blog, en los comentarios de cualquier sitio web. Reconozco que los buenos opinadores se sustentan en hechos, en datos, pero informarse e informar no es requisito para opinar. Reportear es distinto: hay que elegir fuentes, preparar cuestionarios, elegir ángulos, hacer ejercicios analíticos y sintéticos repetidos. Y, además de eso, pasar por los controles editoriales, verificaciones y revisiones que cada medio considere pertinentes.
Por eso, mi opinión sobre este movimiento estudiantil está aquí. Y mi trabajo de reportera, lo revisan una o dos editoras y lo publican acá. Esa es la diferencia.

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