domingo, 20 de septiembre de 2009

Onetti a Payró: cartas insulares de sedentario a viajero.

Esta reseña para La Jornada hizo que cayera sobre mí la maldición de Onetti: inspiración, nada de dinero, insomnio y una larga espiral de proyectos fallidos.





La correspondencia traza un retrato del período de “crisálida” de Onetti: cuando escribe “de noche, contento”, mientras trabaja en una empresa automovilística, en labores burocráticas o vendiendo boletos en un estadio de futbol.

El joven Onetti escribe al crítico y pintor Julio E. Payró en horas robadas “al trabajo diario tan estúpido”. Elabora su correspondencia en descansos de archivar alfabéticamente cartas o escudándose en el letrero de “cerrado por duelo” sobre la puerta de su oficina; muchas veces a la carrera entre sus ganas rabiosas de escribir “de Onetti para Onetti” y sus esfuerzos por subsistir.



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Vaga-preguntona profesional. Nunca en la vida he parado de viajar: por trabajo de mi papá, por mi trabajo, por las ansias que me queman de vez en cuando. Soy dromómana, y también viajo mucho sin moverme de lugar. Me gustan los días soleados (no necesariamente calurosos), el viento, la lluvia (cuando es tibia o suave), el mar, los bosques. Las pláticas largas, las noches de copas con los amigos, los abrazos, los libros, la pintura, la fotografía y los gatos. Me obsesionan los edificios viejos, los lugares "extraños", el cielo, el agua en general, el idioma, las palabras, ciertas ideas. Detesto la falta de compromiso personal y social.

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